A propósito del día madres, quiero hacer un alto para expresarles mi más sentido respeto a todas las madres venezolanas, especialmente a esas que han tenido que sufrir de cerca las calamidades y los atropellos del gobierno, las que han perdido a sus hijos, las que se acuestan sin comer, las que salen a batallar día a día para sacar adelante a sus hijos, a esas aguerridas que nos representan con el tricolor en el pecho, esas echadas para adelante, a esas que de una arepa alimentan a sus tres hijos.
Hace años que las madres venezolanas no pueden dormir tranquilas, porque cuando no es chicha es limonada. Bravo por ellas porque en tiempo de vacas flacas siguen, así sea con lágrimas en el alma, continúan con su esmero, fortaleza y dedicación.
Provengo de una mamá venezolana, que quizá nunca nos hizo una arepa, porque ella prefirió darnos farofa y mingao, pero eso no quiere decir que es menos o más venezolana, porque se ha dedicado a dejarme la mejor herencia enseñándome a ser fuerte, luchadora y coherente como la típica venezolana.
Veo tantas fotos en las redes, tanto dolor, injusticia, desespero, pero ésta en especial tocó tanto mi corazón, la muchacha no la conozco, ni sé quién es, pero me levanto para aplaudirle a ella y a todas por su coraje y valentía. Lo que demuestra señores que aquí ya se perdió el miedo. Mujeres, hombres, niños, ancianos (qué dolor), patalean en las calles, gritando “nos más represión, no más muertos, no más violencia”. Aquí la gente se cansó y ya no creen en las pantomimas de nadie. No sé que crean ustedes, pero lo bueno está por venir.
Hoy y quiero alzar mi voz para decirles a las reinas de la casa que Dios está su lado, no desmayen, las necesitamos. Saben que respondió la virgen María al ángel cuando le dijo que sería madre por obra y gracia del espíritu santo, “He aquí Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. Lucas 1:38
Así mismo nos quiere DIOS, ante él.